martes, 3 de febrero de 2009

Sor Juana María ¡hasta siempre!


Ayer, día 2 de febrero de 2009, alrededor de la 7 de la mañana nos dijiste adiós, casi mientras dormías, de una forma muy dulce… Toda la Comunidad Educativa del Colegio Patrocinio de María te echa ya de menos (alumnos, profesores, hermanas, padres, madres, trabajadoras del centro…). Tu saludo matinal a primerísima hora de la mañana, la llamada de atención a los alumnos rezagados de la ESO ( que siempre parece que no quieran entrar al colegio tras el toque de sirena), y ese “el pitillito que no falte…” que le dedicabas a los más mayores mientras daban su última calada (tu siempre tan de la liga antitabaco…). Poniendo orden y concierto en la puerta del cole, tu puerta, la que has controlado durante años y años, con disciplina férrea. “Ese pequeñajo que no se salga”, “tu no cojas el periódico que luego lo soltáis por cualquiera de las clases y nos toca recoger los papeles”, siempre fiel a tus normas, sin cambiar ni un ápice… ¡genio y figura!

Tierna y cariñosa con los más pequeños (los bebés), preparando el terreno para cuando se fuesen incorporando al colegio, según iban cumpliendo la edad reglamentaria. Perejil de todas las salsas (fiestas, reuniones, catequesis, entradas, salidas, ofrendas florales…), me es difícil recordar el colegio en los últimos 10 años sin que en todas o la mayoría de las escenas que vienen a mi memoria no aparezcas tu. El primer recuerdo que tengo tuyo es el de la hermana pizpireta que nos recibía cada mañana con un pellizco en el carrillo de mis hijos y que también se encargaba del control de parte del comedor (con sus más y sus menos). Preocupada siempre, eso sí, porque los niños no se dejaran “nada de nada en el plato”. Tu y yo además compartíamos una pasión: las plantas. En la fiesta de la Virgen del Patrocinio disfrutabas una barbaridad con cada una de las macetas que los niños ofrecían a la Virgen, las acomodabas a los pies de la Virgen y luego tu eras la encargada de cuidarlas el resto del año. Tenías la entrada del colegio llena de flores y plantas, y desde la primavera olía de maravilla...


Has dado catequesis, obsequiado a los niños con chuches (a veces más de lo debido, un caramelo, una galleta…), les has mimado en algunas ocasiones y también les has reñido cuando ha sido necesario… aunque los enfados no te duraban demasiado. Has asistido a sus fiestas de pre-comunión y después no te has perdido sus Comuniones (¡no podías faltar!),

has disfrutado, en definitiva con todas nuestras alegrías. Has compartido tu vida con nosotros, con entrega y dedicación plena. ¡Muchas gracias! No sólo tienes amigos entre los padres de los alumnos del colegio, también muchos de los progenitores de los que se han ido ya del centro han tenido la suerte de conservar tu amistad... hasta el final.

En la última etapa has estado muy delicada, ya no eras la que fuiste. Tuviste un episodio cerebrovascular, de pronto un día te desorientaste por completo… te recuperaste en parte, pero algo ya no estaba bien del todo. Por eso dejaste de estar a pie del cañón, te viste obligada a abandonar la primera línea de fuego que tanto te gustaba (y que era lo que te daba a ti vidilla). “No tenías ganas de comer” nos contabas cuando hemos ido a verte… y te dábamos ánimos para que lo intentaras (tu que siempre habías hecho lo mismo con todos los niños del cole, en especial con los más pequeños). Te habías caído recientemente o se te había roto la cadera y te caíste (que dicen que es lo que suele pasar), te acababan de operar y justo el día 2 de febrero iban a darte de alta. En el hospital te habían tomado la temperatura a las 6 de la mañana, todo estaba perfecto y en regla, y justo una hora después ¡habías dejado de respirar! Con solo 72 años se nos había ido nuestra amiga andaluza (cordobesa para más señas): Sor Juana María.

Ayer, 2 de febrero el párroco que oficiaba a las 20.00 h. una misa en tu memoria, en el Tanatorio de la M-30, hacía especial hincapié en un hecho muy importante:

“como Jesús, has dedicado tu vida a hacer el bien”, a consagrarte en cuerpo y alma a Jesucristo y a los demás.” ¿Sor Juana María ha muerto y ahora qué?,” se preguntaba el párroco. “Nos queda su recuerdo,” contestaba alguién cercano. “Nos queda su recuerdo y algo más” apostillaba el sacerdote, “nos queda su obra, su ejemplo, su entrega a los demás…”

Tus hermanas de la Congregación también recordaron con cariño tu trayectoria en el colegio, tu tarea, tu dedicación y esfuerzo… algunas llevaban contigo más de 20 años. Por último, te cantaron el himno de la Virgen del Patrocinio, ese himno que tu has cantado en infinidad de ocasiones. La iglesia –te lo digo a ti Sor Juana María-, estaba llena de amigos (tus amigos), repleta de gente que ha sentido enormemente tu pérdida.

¡¡¡Descansa en paz!!!